Una de mis pasiones son los paseos por la naturaleza ya que está llena de belleza y me inspiran a diario. En sus distintas etapas o estaciones descubro el ciclo vital de las plantas, el nacer de los bulbos o el retoño de las hojas de los árboles, flores y plantas que sin pedir permiso a nadie, nacen y crecen espontáneamente.
Para mí, los momentos más bellos son el retoñar de los brotes, justo antes “del volver a la vida” de los árboles de hoja caduca… así mismo cuando en otoño caen todas esas hojas, antecedido por la bajada de temperatura de la estación otoñal, dando paso a una paleta de color singular.
No hay ni un sólo espacio que no se transforme con el paso del tiempo y que no vaya evolucionando con el cambio de estación.
Durante prácticamente toda mi vida he estado en contacto con el campo, las montañas, los ríos, los bosques salvajes y los cuidados jardines.
He tenido el privilegio de cuidar de animales, la siembra, la labranza y cosecha de frutos. No he sido agricultor, pero sí he experimentado de pequeño y hasta mi juventud el estar cerca del ganado y del campo, con todo lo que ello conlleva.
Mis padres poseían una preciosa finca por donde concurría un riachuelo en épocas de lluvia, lugar de largos paseos a caballo.
En casa siempre hemos convivido con animales domésticos y con ganadería.
Siempre he tenido mínimamente un perro de compañía. Ahora me acompaña Puchero, un GRACIOSO “Biguelino”… Así le llama mi Amiga Teresa. Este me lo encontré en la puerta de casa, abandonado por su antiguo dueño, el cual, al saber que fui yo quien lo estaba cuidando me mandó a pedir la correa y cadena que colgaba de su cuello el día que lo hallé…
Mejor dicho, Puchero me encontró a mí, ya que fue el cane el que se acercó a la puerta de mi casa y se quedó para siempre a vivir conmigo.
Nunca devolví ni la cadena, ni el collar y mucho menos el abandonado “Biguelino”. Puchero ya es parte de mi vida.